domingo, 29 de julio de 2012

A una semana

Así como me voy despidiendo de algunas comodidades de nuestra vivienda (aún a esta altura todavía en obra) parece que estoy sintiendo una compulsión a "despedirme" de otras formas. He programado cenas, almuerzo o cafés con toda la variedad de personas que forman mi entorno con la sensación de que los próximos encuentros serán en un futuro no muy cercano. En resumen me preparo para un exilio. Cambiando de tema, el invasor tiene abducida a la madre quien hace quince días se encuentra encerrada en la nueva habitación pintando un mural para homenajearlo. De enormes dimensiones para lo que es su obra, este trabajo la tiene febrilmente ocupada. No puedo sentirme más que desplazado teniendo en cuenta que si bien a mí me dedicó otra de sus creaciones, la que me tocó es de tamaño diminuto. Ya verán oportunamente ambas y podrán sacar sus conclusiones.
No deja de asombrarme como el pequeño invasor opera sobre el cerebro de la madre. Entre ambos me dejan abierto el diario en la página que a grandes letras anuncia una promoción de pañales. Se ve que cambiar el auto puede esperar.
Queda una semana y ya conseguí que los gritos de - ¡Contracción! -no me perturben. Estoy tratando de que no se me noten la ansiedad y los nervios. La realidad es que pierdo por goleada.
¿Una semanaaaaaaaaaaaaa? ...................nooooooooooooooooooo.

martes, 24 de julio de 2012

¡¡¡Contracción!!!

En las 214,35 charlas en las que J. nos anotó para comprender mejor toda esta etapa quiero destacar la que el grupo de parteras dio sobre las contracciones. Cuando preguntaron a las veinte jóvenes parejas y a la que nosotros conformamos, quién sabía algo sobre contracciones mis recuerdos de "Lenguaje" me vinieron a la cabeza rápidamente y contesté : "al y del". Parece que la respuesta no fue satisfactoria y como me seguían mirando continué demostrando conocimientos hablando de "contracción al estudio" o "contracción al trabajo". Admito que esta situación le produjo cierta verguenza a J. Pero luego de una hora y media de gráficos quedó bastante claro para todos, incluso para mí, el significado de la palabra en estas cuestiones del embarazo.
Este aprendizaje trajo aparejado otros costos. Para J. significó una magistral descripción de sus sensaciones y para mí una nueva tortura. En cualquier circunstancia en que se verifiquen estos síntomas un grito recorre el semiderruído departamento: ¡¡¡Contracción!!! Grito al que debo acudir presuroso con la palma de la mano extendida sobre su panza y confirmar mediante una serie de comprobaciones táctiles. Esto sucede varias veces al dia y tengo que dejar de hacer lo que sea que estuviere haciendo. Como si el invasor me estuviera haciendo ejercitar para luego finalmente ser él el que me manipule. Quedan apenas trece días, con el permiso de uds. me voy a abrir un malbec.

jueves, 19 de julio de 2012

La lucha por el espacio

El título no refiere a una serie de naves espaciales al estilo de la guerra de las galaxias sino al combate que se plantea entre el invasor y su padre. O sea, yo. En las épocas doradas, cuando vivía solo y todo el espacio era para mí tenía miles de conflictos, pero no el que se me plantea ahora. Más cercano en el tiempo, cuando J. se mudó acá, a pesar de algunas pequeñas disputas bien manejadas por ella, el tema no pasó a mayores. Pero ahora, es grave. El invasor abduce a la madre que lo porta para que adquiera más y más objetos que si bien en su mayoría son pequeños, como se supone será el invasor, por la cantidad van ocupando un sensible espacio del que fuera mi reino. -No es hermosa esta camperita?- dice sonriendo la abducida. -Y estos conjuntitos? Mirá los colores? -babea a los pocos segundos.
Mientras estas preguntas, que apenas me sacan una débil y forzada cara de placer, se repiten con más frecuencia el espacio se va minando con las posesiones del invasor. -Compraste dentrífico? pregunto para cambiar de tema. -Ayyy no me acordé, solo compré unos perfumitos para Ramiro- es la respuesta tajante, hiriente, desoladora. La que marca el fin de mi hegemonía.
El invasor anuncia su peso de 3 kilos para esta fecha sólo para marcar el talle de la vestimenta que va a requerir. Estoy confundido, me choco con cosas que no sé ni para que sirven, el teléfono suena más de lo que me gustaría, no estoy durmiendo bien porque cada tanto una voz me despierta -Tocá...tocá ahora que se está moviendo-. Todos, absolutamente todos, y eso incluye a la mayoría que leen estas catarsis, me dicen que es lo mejor que me va a pasar en la vida. Permitanme aunque más no sea una mínima duda para mantener mi penosa fama. Esa misma que me ha colgado la etiqueta de un "tipo complicado".

viernes, 13 de julio de 2012

22 días para la invasión

Muchos de los que van a leer me alentaron. -Dale, hacé un blog contando tu experiencia.- Bueno, acá está, ahora jódanse porque me lo tomé en serio y voy a exigirles comentarios. Y fidelidad. Y paciencia.
Se acabó. Se acabaron el living en L y la alfombra. Me achicaron el placer de mi rincón. Ya invade sin haber pisado la tierra. Obviamente hay que tirar muchas de las cosas que uno ha juntado en la vida. ¿Para que querés 1000 diapositivas que nunca ves, 258 discos de vinilo que nunca escuchás o los 213 ejemplares de El Gráfico por una vez que San Lorenzo salió campeón? La puta madre, no sé para qué los quiero, pero no voy a aflojar. Les voy a encontrar un lugar. Necesito alquilar un depósito.
Hay que poner estantes en ese rincón... en la cocina, en el lavadero, en el baño, en el balcón, en tu cuerpo. Hay que poner digamos unos 125 estantes para las nuevas porquerías que trae el invasor. Solo leer la lista de cosas que pide el sanatorio para la internación da escalofríos. ¿Pijama? No me jodan. Me comprometí a presenciar el parto. Si, yo que me desmayo si paso por la Facultad de Medicina. Otro papelón en mi foja de lipotimias. El invasor se mueve de un lado a otro dentro de la nave nodriza estimulado por el creciente río de chocolate que se le proporciona diariamente.
He visto 300 modelos de "huevitos", carritos, cunitas, catrecitos. Una verdadera tortura para los fines de semana en los que me dedicaba a comer asado y mirar fútbol. La agenda no se llena de reuniones con clientes....sino con ecografías, monitoreos fetales, turnos para cualquier tipo de análisis, charlas de neonatólogos y especialistas en tratar casos como el mío. O sea los que andan cagándose en las patas. Por la invasión. Por el cambio total. Por una vida nueva de la que no sabemos nada.