Hay que hablarle continuamente dicen los pediatras, los psicólogos, los educadores, los familiares, los amigos con hijos grandes, los compañeros de trabajo, los amigos sin hijos, los hijos de los amigos. Hasta el carnicero te aconseja. Indudablemente ante tanta concentración de opiniones no cabe otra que emprender una serie de diálogos con el invasor. Diálogos que me encuentran diciendo los disparates más grandes que recuerde. Como si estuviera borracho digo palabras sin sentido como "uepepeueeeeuuuuuu" "lucucucunannanana" tan necesarias para el crecimiento intelectual del obsesivo aprendiz. Por otra parte sus respuestas son por ahora graznidos o gorjeos. Esto último lo asemeja a las aves al igual que la forma en que caga.
La velocidad de los tiempos nos encuentra en la búsqueda de un jardín maternal para que abandone un poco el nido (otra semejanza con las aves). Entre uno con férrea disciplina prusiana propuesto por mí y uno cuya propuesta pedagógica lo haga crecer en armonía y libertad sin exigencias desmesuradas propuesto por la madre, estará la elección. En un tiempo estará ubicado en "Bebés sin fronteras" o
en "Las jaulas de Hans y Sigfrid". Los tengo al tanto.